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Style Magazine N68 Gynette Reynal

Posted on 26 enero, 202222 abril, 2022 by style

Una mujer que fluye entre sus deseos, el buen vivir y el respeto al medio ambiente 

“La sensación fue como andar en bicicleta. Puede pasar mucho tiempo sin hacerlo pero te subís y en la primera pedaleada arranca todo”. Termina su sesión de fotos con Style y esta mujer deja en claro que cuenta con un oficio intrínseco, que aunque pase el tiempo y los flashes que la impactan no sean los de las épocas de modelaje intenso, al ponerse frente a la lente fluye, como con cada deseo, decisión, experiencia en su vida.   

“Sentí como si no hubiera pasado nada desde la última foto que hice”, afirma esta hoy artista plástica, madre y abuela “totalmente derretida de amor”, que vive más ligera y en armonía con el mundo que la rodea, al cual interpreta e invita a escuchar, a mejorar, a conservar, desde una Mar del Plata que la recibe como tantas otras veces en su vida: “Esta ciudad para mí tiene todo el significado personal y laboral. Pero por ejemplo nunca había hecho fotos en los Acantilados, con los años que hace que vengo”.

Relajada, nos invita a dialogar sobre su vida ayer, hoy y, en lo que se puede en tiempos tan cambiantes, a futuro.  

-¿Cómo es la relación con tu cuerpo?

-Bastante sana. Aprendí a aceptar el paso del tiempo, por supuesto que muchas veces me miro en el espejo y pienso “uh, qué guachada cómo se cae acá, se engorda allá”. Sé que estoy bárbara, pero siento que tengo una responsabilidad muy grande para las mujeres y chicas que me escuchan, y logré superar mi hiperexigencia con el cuerpo. Hay ciertas partes que me gustaría que fueran distintas pero aprendí a aceptarlo, que es el precio de sentarme en una mesa y compartir una comida rica. Es un acto de amor y muy natural para los argentinos agasajar, comer y comer rico, entonces eso tiene que ocupar un lugar de equilibrio. Pasé las fiestas que son fechas donde me gusta cocinar mucho, comer y no decido privarme de esos placeres que son compartidos. Acepto los cambios y trato que la relación con mi cuerpo sea a través de mejorar o cuidar lo que tengo: ir al dentista o la dermatóloga a quien veo una vez por mes mínimo y durante todo el año con tratamientos no invasivos que me cuidan la calidad de la piel. Soy muy prolija y disciplinada con las cremas. Si no podés tener una crema para cada lugar porque son caras, con una buena y hacerse baños de aceite de oliva, estás. 

-Has sido una de las mejores modelos que tuvo el país, con una genética privilegiada como es tu caso morfológicamente. Pero creo que siempre fuiste más: sos artista, actriz, madre de tres, abuela…

-Me hubiera encantado nacer científica, arquitecta, ingeniera, pero nací modelo (risas). Gracias a Dios tuve y tengo una buena educación y creo que es la base de tener más posibilidades y la consciencia más abierta. Cuando te educan en un buen colegio y mi papá era un ávido lector, nos inculcó eso a mis hermanos y a mí: la diversión por la lectura. Al que no le gusta leer es porque no tuvo alguien con onda que se lo enseñó. El teléfono no solo es para hacer Tik Tok.  A mí me divierte todo lo nuevo en todas las áreas, y en el teléfono tenés acceso a mucho. 

La moda, por ejemplo, como la conocemos, lo que las mujeres y hombres usamos, es una representación física de lo que sucede en la cultura. Es una expresión pero lo interesante es no quedarte en la superficie, en el look, porque la posibilidad de ver lo que pasa existe y no necesitás ser un ratón de biblioteca. 

-Y mucho de lo que pasa tiene que ver con el cuidado del medioambiente, la consciencia de respetar el planeta. Vos y otros venían con ese tema, pero se intensificó y la moda sustentable y circular son tendencia.

-Es muy interesante y divertido, porque todos los años cambiar la ropa es agotador e innecesario. Me lo marcan mis hijos, tengo la vieja escuela en la cabeza, aunque me he puesto mucho más minimalista y flexible. Antes me iba de viaje medio caracol, armaba cada conjunto con todo para combinar y ahora entiendo que vivimos un mundo de 24 hrs. Tuvimos covid casi en efecto dominó en la familia en estas semanas y estoy con la ropa fundamental. Hay que ir más liviano de equipaje. 

-¿En esto de vivir día a día, cómo tomás las decisiones laborales?

-Tenemos que tener una cierta estructura pensada más allá de la inmediatez, porque están los sueños, las cosas que quisiera hacer este año. Y para que se concreten, más o menos debe haber una cierta planificación, flexible. Que las expectativas sean una luz que te marcan el camino pero que no te tengan totalmente presa, porque a veces no te permiten ver el campo, lo que hay abierto de frente. Muchas veces planificamos, vamos en una dirección y Dios te manda algo en el camino que es mucho más a fin a vos y que si estás muy enfocado en la expectativa no lo podés valorar.

-¿Querés volver a subirte a un escenario, hacer tele?

-No, estoy más conectada con mi pintura. El 18 de abril voy a Madrid con mis cuadros. Mis hijos viven afuera entonces tengo necesidad y deseo de viajar. Mis hijos crecieron, se fueron, mi marido y papás se murieron, entonces tengo una sensación de libertad, de movimiento ágil, porque no hay una estructura que depende de mí. Pinto, es algo que forma parte de mi equipaje caracol y lo puedo llevar conmigo. 

-Nunca fuiste una mujer que confronte y hoy la tv quizás es muy de esa forma, y no es tu esencia. 

-Exactamente. No me gusta, no sé hacer eso de pelearme con gente. No me siento capacitada para que me increpen. Creo que hay lugar para todos en este mundo y no creo necesario hacerme un lugar a los codazos. Si lo tengo que hacer así prefiero no tenerlo. 

– Hasta antes de la pandemia estuviste con el foco puesto en las adicciones y cómo las superaste, dando un mensaje para llegar a quienes lo atravesaron o atraviesan. ¿Cómo seguís con ese tema y si hay un proyecto vinculado?

-Tiene varios ángulos. Pertenezco a un grupo que me salvó la vida que es anónimo. Somos varios los que públicamente hemos contado lo que nos pasó y lo que nos pasa, porque las adicciones no tienen cura. El único objetivo es tender la mano al que sufre, el que está confundido y por ese motivo hablé. Los que están tomando, jugando, fumando, se nota cuando tiene un problema porque no puede dejar de hacerlo por más que sabe que lastima a los de su alrededor o hace cosas que no debería. Mi mensaje es por favor tengan una visión, una forma de mirarlos compasiva pero no que pase por permitir, sino poniendo límites sanos. A veces necesitamos que nos los pongan, como por ejemplo decirnos que no. Aunque sea un hijo el que te diga que te vayas, que te mejores. Eso es lo que nos hace bien. Cuando se terminan de cerrar las puertas alrededor es cuando uno se deja ayudar muchas veces. Otras, la enfermedad es tan destructiva y te toma, entonces no lo podés ver. En esos casos, también es porque tenés un ego mal educado, que está fuera de control, invadiendo zonas de tu personalidad y vida donde no tiene asidero. Eso es un llamado también. 

-Sos un referente del buen vivir, porque disfrutás todo lo que hacés y lo embellecés desde tu mirada. ¿Cómo encontraste a Mar del Plata hoy, qué proyección le ves?

-Siento que está dando ese paso necesario. Muchos se vinieron a vivir, optaron como Mardel como su nido. Esa gente que buscaba lugares bellos, más cuidados, más opciones, las encuentra. Quizás falta, o no lo está pudiendo mostrar más, es una dirección de arte, arquitectónica, urbanística. Se tiran abajo casas emblemáticas. Es como la Biarritz de Sudamérica. O Biarritz es la Mar del Plata de Europa. Pero allá supieron conservar las piezas originales de su historia mezcladas con la modernidad. Cuando tenés algo lindo hecho, no tenés que tirarlo abajo y tener criterio de no poner al lado de una casa fabulosa típica, una casa o un comercio con arquitectura espontánea y con carteles que no van. Hay que tener un criterio con respecto a lo que te rodea. Eso también es sustentabilidad porque si estamos todos equilibrados, contentos, con una energía pareja, ese barrio o manzana puede avanzar toda junta, no individualmente.  

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