Una maravilla de la hospitalidad en el corazón de nuestras Cataratas del Iguazú

Desde el corazón. Así recibe el Gran Meliá Iguazú en Puerto Iguazú (Misiones) a quienes llegan a conocer las Cataratas y a conocerlo…o a reconocerlos. Y es literal: desde que ponemos el primer pie en el lobby, todos aquellos que forman parte de este histórico hotel, se llevan la mano al corazón. “Es una impronta de la marca Gran Meliá que tiene dos simbolismos: dar la bienvenida con el corazón y, como es una compañía de origen español, tiene que ver con el lenguaje del abanico: ponerlo sobre el corazón era estar abierto a conocer nuevas personas, abiertos a conocerte y esperando”, nos explica Ana Goti, General Manager del único hotel dentro de un Parque Nacional en Argentina.
Su historia se remonta a 1978, coincidiendo con el Mundial de Fútbol. Se inaugura como hotel internacional y así funciona 20 años, cuando se hace muy conocido por algunas películas como “La Misión”, una de las secuelas de “007”, y grandes personalidades que lo visitaron. En 1998 lo empieza a gestionar la marca Sheraton y pasan otros 19 años hasta que en 2017 lo compra Ariel Baguardi, dueño de varios Meliá y lo deja en gestión a la compañía Meliá Hotels International, que en 2018 lo transforma a Gran Meliá, que es la marca de máximo lujo de la cadena.
“Tras funcionar poco más de un año, llega la pandemia y ahí me convocan para reabrirlo. Yo me encontraba en Madrid trabajando para la compañía y el 15 de enero del año pasado lo reabrimos”, detalla y confía que este hotel tiene un antes y un después de la pandemia: “Trabajábamos con más de un 70% de turismo internacional y ahora mismo tenemos menos de un 10%. Con esta reapertura nos reconstruimos en cuanto a servicios, a la oferta gastronómica, del spa, tipo de actividades, entendiendo qué le gusta o le hace sentir más cómodo al público argentino, sobre todo en un período pos pandemia. Reinventamos y revisamos un montón los estándares y servicios, con mucha humildad, entendiendo y preguntando. Por ejemplo, en el momento de la merienda nunca hubo menú, ahora teniendo público de nuestro país lo tenemos. La gastronomía se reorientó”.
-¿Qué objetivos se plantean en este presente?
-Las previsiones son que, en el próximo año, año y medio, siga siendo el mercado principal el argentino, luego se verá una reapertura internacional paulatina empezando por Brasil, Latinoamérica; Europa costará un poco más. Pero descubrimos un público local que queremos mantener. Nos sentimos muy a gusto trabajando con ellos, vemos que la gente está redescubriendo las Cataratas y lo hacen desde el hotel. Lo que permite este lugar es quedarse con la foto entera: las Cataratas durante el día cambian constantemente, de colores rojizos a verdosos, se cubren con nubes, se descubren, etc. Tenemos la fortuna que todos los servicios dan a las Cataratas: nuestro roof top, el red level, desayunador, el gimnasio, la piscina de 50 metros de vista infinita a la Garganta del Diablo, que es el salto al que principalmente estás orientado visualmente el hotel.
-Además los rodea un entorno natural que preservan y cuidan mucho, instruyendo a los huéspedes al respecto.
– La responsabilidad que nos genera estar dentro de un Parque Nacional, y sobre todo en una reserva fundamental para la biosfera, nos hace estar todo el tiempo instruyendo, sensibilizando y visibilizando el valor de la naturaleza. Durante las obras para convertirnos en Gran Meliá, se hicieron reformas para integrar mucho más el edificio con el medio: por ejemplo, se cubren las fachadas con flora autóctona y nos permitió, primero, estar mucho más integrados y luego poner en valor la flora natural. Se abrieron mucho los espacios, se trabajó en la decoración interior con comunidades guaraníes locales, entonces ves cueros, telas, maderas que ellos hicieron. Se trata de tener una experiencia integral con la cultura local con la gastronomía también.
-También se nota que el spa tiene una línea muy hermosa de aromas, jabones, productos muy lindos que son ecológicos.
-Lo trabajamos con Nanda, una perfumista de Capital que estuvo hospedada acá. Me paró en la recepción y me preguntó si podía darme una crítica constructiva. Me dijo “mirá, este hotel no huele a selva”. Y así empezamos a conversar y el desafío de tener aromas comunes en distintos sectores y amenidades que huelan al espacio en el que estamos. Desarrollamos una línea, en la que trabajaron cinco perfumistas trayéndonos distintas opciones, para entender a qué olía nuestra selva. Y definimos entre varios gerentes. Hay tres líneas: una que tiene que ver con la selva, otra que tiene que ver con el cuero y la madera, y una tercera. Y esas líneas que se usan para las amenidades también se llevan adelante en los tratamientos del spa.
-¿Cómo son las temporadas del hotel?
-Normalmente la temporada baja era en mayo y junio, pero este año ha sido excepcional porque estamos trabajando bastante bien y son meses que se dedican a grupos de incentivo, de diferentes empresas.
Los picos obviamente coinciden con vacaciones de invierno, Semana Santa, fin de año, pero al estar a menos de dos horas de Buenos Aires y trabajar ahora con tanto turismo nacional, es muy fácil llegar cualquier fin de semana, día libre. Estamos a 15 minutos del aeropuerto también. La estadía promedio se duplicó a casi tres noches y el concepto antes era solo de venir a dormir, ahora vienen y disfrutan del hotel, más allá de sus recorridas.