El cuerpo y la multidimensionalidad, una perspectiva holística, desde la complejidad por Romina Carissano
Son muchos los autores y disciplinas que plantean que se necesita un nuevo paradigma, una nueva visión de la realidad que nos ayude a entender el cuerpo humano desde una perspectiva multidimensional y compleja. Se trata de pasar de una concepción mecanicista a una concepción holística de la realidad, lo cual requiere, a su vez, una transformación de nuestros pensamientos, percepciones y valores. En definitiva, las ciencias deben considerar la complejidad de su objeto de estudio.
En la mayoría de investigaciones e intervenciones que se realizan en el área de la salud, se evidencia una concepción separatista respecto al cuerpo y la mente. Ambas posturas dualistas muestran la crisis en los abordajes actuales que tienen que ver con la salud, tanto de aquellos tratamientos que consideran solo a la mente, como aquellos que solo tienen en consideración al cuerpo.
Desde las perspectivas que nacen en el S XVIII, con el predominio de la razón, asistimos a un menosprecio del cuerpo y de la sensibilización; de forma tal que el cuerpo humano ha sido considerado como una máquina que puede analizarse desde el punto de vista de sus partes, y la enfermedad no es más que el resultado de un funcionamiento defectuoso de los mecanismos biológicos que se estudian a través de la biología celular y molecular. Hoy, siglos después, este paradigma sigue basándose en el concepto del cuerpo como máquina; de la enfermedad como consecuencia de la avería de la máquina; y de la intervención en salud como la reparación de esta máquina.
Precisamente por lo anterior, resulta fundamental conocer otros paradigmas, que con la fuerza de sus argumentos nos demuestren que no existe una certeza científica absoluta y que todos nuestros conceptos y teorías son limitados y aproximativos. Se torna necesaria una integración.
Ampliemos ahora con otras concepciones acerca del cuerpo. El concepto de cuerpo vivido, desde la perspectiva fenomenológico-existencial, deja de lado los reduccionismos orgánicos y/o mentales, rompiendo así con el paradigma mecanicista y abarcando al hombre en su totalidad, sin fragmentarlo en el dualismo cuerpo-mente, sino más bien, definiéndolo como la síntesis del cuerpo y del alma
“No sólo cuando veo mis manos o cuando me miro en el espejo tengo experiencia de mi propio cuerpo, también cuando desde dentro de él lo siento puedo experimentarlo”, explica Pedro Laín Entralgo, quien, en sus escritos sobre antropología médica, expone a su manera los rasgos más importantes de lo que el cuerpo humano es y significa para quien lo vive como suyo.
En este mismo sentido, el existencialismo de Sartre proporciona una visión ontológica del cuerpo como síntesis indisoluble: mente-cuerpo, cuerpo-conciencia.
En un sentido similar, Therese Bertherat afirma que: “Nuestro cuerpo es nosotros mismos. Él es nuestra única realidad aprehensible. No se opone a la inteligencia, a los sentimientos, ni al alma. Los incluye y los alberga. Por ello tomar conciencia del propio cuerpo significa abrirse el acceso a la totalidad del ser…porque cuerpo y espíritu, lo psíquico y lo físico, incluso la fuerza y la debilidad, representan no la dualidad del ser, sino su unidad”.
En conclusión, podría establecerse, entonces, una nueva postura paradigmática que recupere el sentido del cuerpo humano desde una mirada antropológica, energética, sociológica y ontológica, con el objetivo de abordar el sufrimiento humano de la manera más respetuosa, desde la integridad e individualidad del ser como un asunto prioritario. Necesitamos una nueva perspectiva, en la que la fuerza que ocasiona la enfermedad sea la misma que la cura: en la que una persona y su enfermedad se unan mediante la responsabilidad, una perspectiva en la que cuerpo y mente sean una entidad única e indistinguible. Este nuevo paradigma no considerará a las emociones como hechos fugaces ni aislados en el espacio mental, sino como expresiones de la conciencia, materia fundamental de la vida expresada a través del cuerpo.