Volver a la normalidad…mi nueva normalidad

El silencio del estar en casa. El silencio de la mañana que se hace más larga, casi interminable, después de 40 días de encierro que no esperaba y que no hubiese podido imaginar nunca, me llevo a estados anímicos por momentos perturbadores y otros de una extrema lucidez.
Quise dibujar vestidos, quise hacer algunos trabajos de mano sobre una prenda que tenía pendiente, pero me fue imposible. Las preguntas irrumpían en mi cabeza haciéndome sentir el peso de la atmósfera cuaresmal.
Un extenso examen de conciencia frente a un confesionario inexistente.
El encierro me hacía sentir en principio una falta de libertad, que somaticé un día en mi pecho; pero con el correr de los días y ya en una proximidad con la Pascua, comencé a plantearme cuánto de libre era antes del 19 de marzo de 2020. La retórica de la libertad en mi condición de joven idealista eterno, comenzó a evaporarse…¿Fuimos libres alguna vez o fue algo que nos hicieron creer en el colegio, al escuchar los gritos de libertad por tres de nuestro Himno Nacional?
Creo que este tiempo sin tiempo, me dio otra libertad. Me salí de la opresión de ser un ser productivo, sumido en una rutina casi sin sentido, para entender que la vida de los afectos y del encuentro conmigo mismo, era algo que me hacía romper con el tiempo de lo terrenal para entender lo profundo de los tiempos del cielo. Donde no hay que consumir, ni producir, ni gestionar. Solo hay que escuchar.
No escuchar nos hizo vulnerables frente a un ser microscópico, que puso en juego no sólo la vida concebida desde lo físico (porque eso mi ser médico lo tiene más aprendido y lo puedo manejar con la epidemiología que aprendí en la facultad) sino también un plano profundo: nos puso en juego nuestro ego, nuestro corazón congelado que no supo entender de las necesidades colectivas de todos los seres de esta tierra. Muchas de esas necesidades fueron gritadas y no pudimos escuchar.
Hoy 3 de mayo de 2020, espero el 31 de mayo, no como el final del encierro, sino con la expectativa de un Pentecostés que me haga entender este nuevo concepto de libertad y me cuente cuál será mi nueva NORMALIDAD. Todo lo que yo sentía como normal se ha desvanecido. Tengo una hoja en blanco con algunas ideas que aún no me ánimo a escribir, porque siento que, todavía, pueden provenir de mi antigua NORMALIDAD.